viernes, 13 de mayo de 2011

Mi enfermedad

Me encontraba atada cuando me desperté. Miré al techo, goteaba, a fuera estaba lloviendo. Si las cadenas no aprisionaran mis pies me gustaría que me acompañaras a ver una película.
Hasta en situaciones límite y a pesar de estar amarrada, no puedo poner los pies sobre la tierra. Sigo encarcelada a esta ignorancia, aveces creo que nunca lograré emanciparme de mi inseguridad. Dónde estás para cuidarme? para darme una mano? NO, debo hacerlo sola! no importa cuando tiempo me tarde... "Hace cuatro años que estoy aquí y no quiero salir" ... mentira! yo sí quiero salir.
Lo peor es que cada vez que no entiendo algo que haces parecer tan simple y trivial, las cadenas presionan con más fuerza mis tobillos. Es justo? vas a juzgarme por no comprender alguna metáfora?
Tal vez si copio algunas de las cosas que decís es porque no quiero decepcionarte con mis estupideces, me gusta mucho estar con vos y no quiero que se vaya todo por la borda. Que no se mal interprete siempre fui yo misma cuando estaba con vos, nunca aparenté ser otra persona. Sin embargo siempre tuve miedo de que me creyeras un ser acrítico y sin sustancia: que no escriba tan bien como vos no implica que haya vacío en mi interior.
Son estas cosas las que forman esa cadena que no puedo aflojar. Estoy amarrada a mi inseguridad. "El mundo me hizo así y no puedo cambiar", pero quiero cambiar (tema recurrente en mi si lo hay).No hay nada que desee más en este momento de dejar de ser yo.
Siempre digo lo mismo, me odio, por estúpida, repetitiva, etc etc etc.

2 comentarios:

PRINCESA DOMINANTE dijo...

No cambies Juls, el pueblo te qiere así como sos. Además, por dior, sos tan inteligente y creativa!!y me encanta como escribís..lo simple y mundano de la vida es lo más lindo de ella. Yo creo qe lo único qe tenés qe cambiar es la inseguridad..cuesta, pero lo vas a lograr :D love uu ♥

Anónimo dijo...

Aquí estoy para cuidarte y enseñarte una salida. En este juego, como en cualquier juego dual, los movimientos de una pieza modifican el estado de la partida. Nuevos estímulos, amenazas, oportunidades y fundamentalmente huecos aparecen ante cada maniobra. Por eso te pido que prestes atención: voy a moverme y un rayo de luz se proyectará por una hendija. Hacia allí tienes que dirigirte. No puedo permanecer mucho tiempo en el mismo lugar, por eso te aconsejo que no vaciles.
Pero antes, y a modo de prevención, quiero hacer algunas consideraciones sobre las reglas del juego. Es vital que los participantes compartan las mismas pautas, ya que de lo contrario estaríamos hablando de dos juegos diferentes.
Primero: el resultado siempre es parcial. Se actualiza a cada instante, y siempre es compartido. Es decir: o pierden los dos, o ganan ambos.
Segundo: cada movimiento se inicia por un acto de la voluntad. Sin embargo, y aquí está la peculiaridad de este juego y lo que lo diferencia de todos los demás, el efecto de las jugadas es directamente proporcional a la intención del jugador. Pero claro: esto no es instantáneo, sino que es resultado de una persistencia que, naturalmente, necesita de tiempo para ser tal. Esto es maravilloso y quizás afloje un poco esas cadenas: sólo tienes que preocuparte por el móvil que te impulsa a jugar, y no por una meta superflua.
Tercero: el otro participante es un simple jugador, semejante y distinto a ti. Puedo dar fe de ello porque algo lo conozco. No creas que se trata de un diabólico fiscalizador de tus jugadas, ni mucho menos un observador imparcial. Ya puedes mover los tobillos.
Cuarto y último: el otro jugador no es tu oponente, es tu aliado que espera tu ayuda para obtener buenos resultados.
Ahora sí, después de estas observaciones, puedo moverme libremente. Te invito a que hagas lo mismo. No te me quedes viendo, muévete. Mi permanencia estática en este lugar es sólo aparente. Estoy esperando el acto de tu voluntad: de la tuya y no de la que piensas que yo espero.
Te quiero mucho. Ahí está la luz.
¿Vamos?